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La casa Winchester, situada en California, recoje una de las histórias más sobrecogedoras del matrimonio Winchester, Sarah y William.
 
Sarah era entonces una joven belleza de Connecticut que se había casado en 1862 con William Winchester, el heredero de la famosa fábrica de rifles a repetición que fue uno de los pilares de la conquista del oeste norteamericano. Cuando todo parecía encaminado -un matrimonio bien avenido en la alta sociedad de la Costa Este, una fortuna consolidada, un futuro brillante-, Sarah sufrió dos golpes de los que nunca se recuperaría: la muerte prematura de su hija Annie y, años después, la de su marido.

Sin poder encontrar una razón natural para su tragedia, la buscó en lo sobrenatural. Según una médium de Boston la pobre Sarah estaba pagando las culpas de los Winchester, acosada por una legión de indios y soldados muertos por las balas de los rifles durante la conquista del Oeste y la Guerra de Secesión.

Fue entonces cuando Sarah decidió que su única oportunidad para vivir una vida normal era la de construir una casa de forma permanente. Si la casa nunca se terminaba, ningún fantasma podría instalarse en ella.

Sarah murió en 1922. Entonces la casa, que había llegado a tener entre 500 y 600 habitaciones, tenía 160 cuartos, con 2000 puertas, 10.000 ventanas, 47 salones, 47 escaleras, 13 baños y 6 cocinas.

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Los Winchester y la casa interminable

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